Entrados en gastos…

Si el maestro lo dice, debe ser verdad

Entramos ya en la fase 3 de distanciamiento social, cuarentena, y de paso, aun más razones para ponernos al corriente en cuanto a series para ver durante estos días/semanas/meses.

No es un secreto que me gusta dedicar parte de mi tiempo libre para ver series de anime. Soy muy proclive a invertir tiempo en esta noble actividad. He olvidado ya el número de waifus que he coleccionado a lo largo de los últimos 20 años. Y no, jamás me deshago de una waifu. Solo la agrego a una lista creciente que comprende mi Harem personal.

Pero dejando de lado eso, entramos ya en la tercera fase del aislamiento o como algunos lo han llamado: teoría de la destrucción masiva de la economía por culpa de una práctica que, egoísticamente, pretende minimizar la exposición a un virus y con ello, intentar evitar morir del contagio. Y es que, ¿¡Como se atreven, condenados, tratar de evitar ser una estadística más¡? Algunos han demostrado una falta masiva de madre, pretendiendo sugerir que lo mejor sería que todos nos contagiemos, para alcanzar un estado de «inmunidad grupal» donde, claro está, son los demás los que tienen que morir, y no uno. (además de que la inmunidad grupal no funciona así, y el otro pequeñísimo, casi insignificante detalle donde personas que han sobrevivido al virus han dado nuevamente positivo…)

Esta imagen no tiene nada que ver con el contenido. Solo la agregué para ocupar espacio de sus monitores.

Es muy fácil caer en la tentación de sugerir mecanismos mediante los cuales la solución se presentaría rauda y veloz después de vertir una opinión fundamentada más en la desesperación y la ignorancia que en mecanismos proporcionados por las instancias especializadas. Lamentablemente, no pude enterarme de la fecha donde varios de mis conocidos se recibieron como médicos inmunológicos, porque, para opinar así, es que tienen las credenciales adecuadas, ¿verdad?

Así como abundan los inmunólogos de sillon, o los políticos o economistas de salón, también están los agoreros del desastre, que enturbiados por la condición totalmente extraordinaria ante la que nos encontramos, encuentran solaz en la producción de textos apocalípticos donde se nos promete asientos frontales en la extinción de la especie. O por lo menos, un evento donde la mayoría de la gente encontrará un final aberrante, con promesa de sufrimiento y rechinar de dientes.

Como sea, estos tiempos nos han proporcionado de numerosos ejemplos de como la raza humana puede caer en abismos de ignorancia, violencia y destrucción caótica y sin sentido, o simplemente donde muestran el cobre. No hay como una emergencia para ser testigos de la naturaleza real de quien nos rodea.

¿Por mi parte? Espero pacientemente a que esto termine, añorando un final si no feliz, al menos no trágico.

¿Qué quieren? Soy un romántico y cursi empedernido.

~ por mytho en abril 22, 2020.

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