Ateismo en tiempos del COVID-19

O como muchos lo identifican: castigo divino.

Repartiendo corona-virus

Ya se salió el rumbo de nuestras vidas de lo que podríamos considerar «cotidianidad». Estamos en una situación donde lo que considerabamos normal dejó de existir. Se siente como hace muchos años que eramos felices sin saber que lo éramos. eso puede hacer unas cuantas semanas en la psicología de quienes están acostumbrados a tener una vida social, a salir de casa todos los días, a socializar.

A involucrarse con la vida.

Por mi parte, siempre he sido una persona que disfruta de lo que vive en cada momento. Pero suelo favorecer los momentos de quietud en mi escritorio o en mi taller, o simplemente sentado en mi sillón favorito leyendo. No soy una persona escencialmente social, pero tampoco soy un anacoreta (¡Ja!). Pero fráncamente prefiero un espacio tranquilo al bullicio de los lugares concurridos; a pesar de lo cual, la necesidad de trabajar imponía sus propias reglas.

Cuando se estableció la necesidad de guardar una sana distancia, encontré que ahora tenía un pretexto válido para alejarme e imponer una distancia entre los demás y mi persona. Me entregué algremente a la tarea de terminar mis pendientes profesionales, dada mi terquedad de comer todos los días, y a continuar varios proyectos de modelismo que había estado trabajando con menor entusiasmo del habitual. Ahora tengo 3 maquetas en proceso de construcción, y dos figuras de resina para concurso. Y ¡amo esos momentos!

Soy moderador en una página de ateísmo en FB. Y cuando me siento un poco hastiado de resanar y enmascarillar una pieza por más de 4 horas, suelo tomarme un descanso y derrochar la ingente cantidad de tiempo que ahora tenemos en responder dudas y preguntas en dicha página. La mayor parte del tiempo, esas preguntas están orientadas a determinar que mi falta de fe me condenará a una especie de campo de concentración subterraneo donde ríos de magma y azufre se dedicarán a hacer mi «existencia» insoportable. Por mi parte, les respondo que no necesitan esperar a que muera para recibir dicho castigo, que con solo poner en un altavoz «música» de Bad bunny sería más que suficiente para hacer mi vida y varias reencarnaciones posteriores absolutamente miserables.

Están también aquellos que insisten en que poseo libre albedrío, y que por eso dios permite mi ateísmo… solo para insistir y pretender forzarme a abandonar ese estilo de vida. La ironía de dichos momentos me han proporcionado de incontables horas de sana diversión. Pero todo tiene un límite, y mi paciencia a veces se pone a prueba, momentos ante los cuales prefiero imponer otro tipo de «sana distancia» bloqueando a tales especímenes de seguir escupiendo estupideces, no sin antes sugerirles que si tan solo abrieran un libro de educación primaria, quizás al menos lograrían poner algo de remedio en su obstinado despliegue de crímenes ortográficos.

Porque, ¡hay que ver las formas tan imaginativas en que demuestran dicha falta de educación formal! No puedo reproducirlas aquí, pues el algoritmo de WordPress impide la publicación de semejantes obscenidades.

E incluso, no han sido pocos los que, a pesar de tener el tiempo libre necesario para ello, tengo que bloquear pues llegan a ser incluso más aburridos que dedicarse a ver el pasto crecer. Parece increible, pero cuando me gana la gonadomegalia, y no tengo el ánimo para dedicar el tiempo al trabajo o al modelismo, o a la lectura, y me aborda el hastío, bloquear a ciertas personas por aburridas delata el grado monumental de tedio que producen con sus arengas sin imaginación.

Pero fuera de eso, mis días son normales. Simplemente, adaptandonos a las nuevas normas, intentando en lo posible mantenerme ocupado, lo cual permite tener algo moderadamente cercano a una vida normal.

Y armar figuras de resina. 🙂

~ por mytho en abril 17, 2020.

Deja un comentario